
NUEVA WEB DE ELIXISTV
un blog de ELIXIS TV
La vida es demasiado corta para no aprovechar los buenos momentos que brinda…y demasiado larga para que el destino no juegue malas pasadas.
Dicen que para apreciar la felicidad es necesario conocer el sufrimiento, pero en ocasiones, el sufrimiento es tan elevado que consigue que te hundas en un pozo sin fondo, del que crees que no saldrás. La perspectiva de la realidad puede cambiar tanto que tu mundo ya no es el mismo, hasta el punto de no querer pertenecer a él.
En “Acordes y desacordes”, mi hermano habla de una canción como alivio al dolor de su alma….a mi cabeza vienen imágenes en blanco y negro de una película.
Hace años toqué fondo en mi pozo personal, y un solo pensamiento ocupaba mi mente: “el mundo estaría mejor si yo no estuviese en él”. Entonces, una persona muy especial en mi vida, me sentó en el sofá y me puso una película, ¡Qué bello es vivir!, el clásico de Frank Capra que televisaban cada navidad pero que nunca tuve ocasión de ver.
Aquel día me convertí en James Stewart, mi vida se transformó en la de Georgey Bayle, y viajé desde Málaga hasta un pueblecito llamado Beldford Falls.
No pude evitar que las lágrimas cayeran de mis ojos, pero con cada una de ellas un pedacito de mi volvía a renacer.
Aquella película me hizo ver que merecía la pena estar en el mundo y que, pasase lo que pasase (pensase lo que pensase), debía apostar por la vida.
No todos tenemos un ángel de la guarda que nos guíe hacia la salida del túnel (o tal vez sí)…sea como sea, el mejor ángel en la Tierra eres tú mismo.
La vida no es tan fácil como ver una película, lo sé, pero es tan bello vivir que merece la pena intentarlo.
Ana Moreno"No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado en los tercios viejos en las guerras de Flandes…" Así comienza el primero de los cinco libros que componen la saga escrita por Arturo Pérez Reverte.
Los cineastas han encontrado en los textos de este autor material interesante para convertir en película…Territorio comanche, El club Dumas, La tabla de Flandes,… Ahora, ha sido Agustín Díaz Yanes quien se ha embarcado en la ardua tarea de llevar a la pantalla grande al Capitán Alatriste y a toda la Corte del Imperio español en el siglo XVII.
De sobras es sabido que en muy pocas ocasiones la película supera la calidad de la narrativa literaria… ¿es posible condensar cinco libros en 140 minutos de metraje? Díaz Yanes lo ha logrado con la producción más cara en la historia del cine español. Y, como toda superproducción llamada a convertirse en el acontecimiento de la temporada, no deja indiferente a nadie: posee amantes y detractores…no existe término medio.
A mi parecer, no tiene nada que envidiar a las que vienen del otro lado del charco (entiéndase territorio hollywoodiense ). Están cuidados todos los detalles, desde la ambientación hasta el vestuario, pero si por algo destaca es, sin duda, por su excelente reparto.
No podían haber encontrado mejor Alatriste que Viggo Mortensen; sin embargo, queda eclipsado por las interpretaciones de actores como Javier Cámara, Unax Ugalde o Eduard Fernández,…si tuviese que elegir uno, me quedo con el Quevedo encarnado por Juan Echanove.
¿Amante o detractor? Tienes que verla para saber en qué bando te encuentras. Alatriste aguarda en las salas de cine.
En estos días, varias cosas me han pasado por la mente sobre las que me gustaría escribir, e intentaré hacerlo, pero una en concreto merece el primer lugar… ¿Cómo no hablar de Glenn Ford cuando escribes en un blog llamado el Guante de Gilda?
Pocos son ya los actores que quedan del legendario y mítico Hollywood…Glenn Ford era uno de ellos…el pasado 30 de agosto decidió que su luz había brillado durante muchos años y era hora de reunirse con las estrellas que habitaron su firmamento.
Fue el Sargento Bannion, honesto y sencillo, en Los Sobornados de Fritz Lang, compró manzanas a Bette Davis en Un gángster para un milagro, y Superman no pudo tener mejor padre adoptivo en la Tierra.
Protagonizó decenas de westerns, y dicen que nadie desenfundaba con tanta rapidez como lo hacía él. Lo llamaban “el vaquero de ojos tristes”…aunque esa tristeza más bien parecía dulzura.
Pero Glenn Ford será recordado, sin duda, por ser el hombre que abofeteó a Gilda.
En la página de Sonia Blanco leí algo muy bello: “Se dice que siempre estuvo enamorado de Rita Hayworth. Que, en los últimos años de la actriz, vivían en casas contiguas comunicadas por el jardín, y que cada mañana le llevaba el desayuno junto a una rosa”.
Quizá tan solo sea una hermosa leyenda…sin embargo, en el Festival de San Sebastián de 1987, en el que recibió el Premio Donostia a toda su trayectoria, vivió la proyección de la película entre continuos sollozos, y ante la aparición de Rita, Glenn Ford lanzó un largo y entrecortado quejido, y fue a refugiarse en las cortinas del palco, donde siguió llorando.
Ya sea leyenda, ya sea realidad, a sus 90 años se ha reunido nuevamente con su amada y odiada Gilda.
Ana Moreno
Me adentré en la inmensidad de Central Park, donde un mimo, vestido de Charlot, me regaló una flor.
En mi sueño continúo mi camino; a lo lejos me parece divisar la figura de Jack Lemmon en la ventana de su apartamento… pero no me mira a mi…sus ojos están clavados en Irma…la dulce…la de medias verdes, que se regodea con su perrita en la esquina de enfrente.
Mis pasos me llevan hasta una boca de metro. Medio adormilada por el traqueteo del vagón, me encuentro absorta en mis pensamientos. Un detalle llama mi atención…unas zapatillas rojas, limpias y brillantes, me devuelven al lugar en el que me encuentro. La curiosidad por conocer quien las calza levanta mi mirada… Judy Garland conversa animadamente con el maestro del suspense.
Salgo del metro y percibo levemente el inconfundible aroma de Channel nº5. Me giro sobre mi misma…Marilyn, risueña, lucha (sin éxito) con el aire juguetón que levanta su vestido.
Cae la noche, y las luces de Nueva York despiertan de su letargo. Junto al puente de Brooklyn, Woody Allen escribe historias, bajo la atenta mirada, fija y silenciosa, de una de sus musas… ¿será Scarlett?...tal vez Diane.
El frío comienza a arreciar. Desde algún punto me llegan las suaves notas de un piano, que me absorben como si de un canto de sirenas se tratase. Convertida en Ulises me aproximo hacia las pequeñas escaleras que se esconden en un callejón oscuro.
El señor Bogart me invita a una copa y Sam me deleita con esa música que me ha llevado hasta allí. Gilda se sienta a mi lado y, a escasos metros, Paul Newman y Robert Redford juegan una partida de póquer.
Al salir del café una gélida brisa me acaricia el rostro. Estoy cansada, pero prefiero no pararme... aún me queda una última visita. Gregory Peck se ofrece a llevarme en su vespa (y, por un momento, parece que regresamos a los años 50).
Desde el Empire State la ciudad se abre ante mis ojos…serena y dormida…siempre atrayente.
Ewan McGregor me susurra una canción al oído…How wonderful life is, now you’re in the world…cierro los ojos y sonrío…es la magia del cine, te permite seguir soñando…incluso estando despierta.
Hollywood siempre ha sido experta en hacer renacer de sus cenizas (como si del Ave Fénix se tratase) géneros que décadas atrás hicieron las delicias de los aficionados al cine. Ya lo hizo con Gladiator, devolviendo a la vida al Imperio Romano en sus años dorados.
En el verano de 2003, fue la factoría Disney quien puso en marcha Piratas del Caribe, una película con todos los ingredientes necesarios para irse a la deriva en menos tiempo que el hundimiento del Titanic, y que resultó ser un auténtico éxito en taquilla (algo que sorprendió a la propia productora).
Tres años después llega a las pantallas la segunda parte de una trilogía que atracará por última vez en el estío del 2007.
En toda buena película de piratas que se precie no puede faltar un tesoro escondido y la lucha sin tregua entre corsarios para encontrarlo… Piratas del Caribe. El cofre del hombre muerto no podía ser menos, aunque en esta ocasión el interior de dicho cofre contenga una riqueza algo diferente (pero muy latente).
Con una estética grotesca (y pegajosa), Gore Verbinski nos sumerge en un mundo lleno de moluscos (algunos gigantes) y personajes que parecen salidos de La Guerra de las galaxias.
Will Turner (Orlando Bloom) y Elizabeth Swann (Keira Knightley) continúan su historia de amor con más sobresaltos que nunca (y algún que otro bache que parece tambalearlos). La joven inglesa regresa empuñando una espada, con mayor madurez interpretativa y una nominación al Oscar en su currículum.
Pero, sin duda, el hada madrina que posee la varita mágica con la que ha sido tocada Piratas es Johnny Depp, rebelde y sofisticado, que hace que su personaje se pasee por la cuerda floja de la ambigüedad…a veces hombre…siempre pirata (¿o, más bien, al contrario?).
Brújulas que no señalan el norte, mapas de una llave para abrir un corazón que no muere,…La Perla Negra vuelve a surcar los mares caribeños y sus velas del color del azabache se izan al viento en dirección a ese horizonte imposible de abordar.
Billy el Botas (el padre de Will) aparece en la segunda parte; la pregunta es: ¿conseguirá Johnny Depp que Keith Richards acepte ser el padre de su personaje? Habrá que esperar al año que viene para comprobarlo…y para saber qué ocurre con Jack Sparrow…perdón…Capitán Jack Sparrow.
ANA MORENOHace años que la vi por primera vez, cuando aún no tenía edad de conocer a Walt Whitman ni de entender poesía…pero me fascinó. Recuerdo que me sentía identificada con el personaje interpretado por un jovencísimo Ethan Hawke, tímido, inseguro y asustadizo. Deseaba tener un profesor como el señor Keating (años más tarde lo tuve), trasgresor, inteligente e inconformista, apasionado de la literatura y de la poesía, portador de un único estandarte: la libertad de pensamiento.
Nunca había visto a Robin Williams en un papel dramático, y en ningún momento me acordé de su faceta cómica.
Escapadas a medianoche con el cosquilleo del miedo a ser descubiertos, la curiosidad por conocer a esos poetas a través de esos escritos que no sucumben al tiempo… y, por encima de todo, un mensaje: nunca dejes de perseguir tus sueños.
Tal vez soy un poco idealista (o quizás utópica, como alguien me dijo el otro día),… pero me gusta serlo, y cuando se me olvida, intento recordar esas dos palabras mágicas que deberían dejar de ser un tópico para convertirse en un hecho…Carpe diem…ya sabes…aprovecha el momento.
ANA MORENO
Yo siempre he sido de Superman, quizá porque fue la primera película que vi en una sala de cine de la mano de mi padre; recuerdo que me fascinó tanto que todos los sábados por la mañana (cuando salió en video) corría con mi cinta beta para que mi hermano me la pusiese (ni siquiera el desgaste de una pasada tras otra hacía que perdiese interés por ese personaje de traje azul y capa roja…sí, lo reconozco, era mi ídolo a los cinco años).
No tenía demasiado interés en ver la nueva versión, pero tal vez la nostalgia de la infancia me hacía sentir curiosidad por conocer lo nuevo…así que había que darle una oportunidad.
Las primeras notas de la mítica banda sonora inundaron toda la sala y, con ellas, una mezcla de añoranza y alegría se encendió en mi interior.
Efectos especiales, buenos y malos (un Kevin Spacey al que el papel de Lex Luthor le va como un guante), una Lois Lane con hijo incluido y un Superman que, según el ángulo de la cámara, se convertía en calco exacto del de hace 30 años.
Bryan Singer sabía que sería complicado. Con acierto rescata escenas eliminadas de la película que en 1979 estrenara con éxito Richard Donner, en un nostálgico guiño que resucita a Marlon Brando en el papel de Jor-El.
Prueba superada aunque quizás demasiado extensa. El desconocido Brandon Routh consigue salvar el difícil reto de interpretar al superhéroe de Krypton.
Tengo que reconocer que me gustó la película; sin embargo (y sin ánimos de ofender), para mi (y, probablemente, para muchos) Superman siempre será Christopher Reeve.
ANA MORENO
Cuando Mr. Elixis me propuso formar parte de este proyecto tengo que reconocer que me invadió la ilusión. Pero, ¿sobre qué podía escribir? El cine, una de mis grandes pasiones, fue la respuesta.
Actores, actrices, directores…y, por encima de todo, historias, bellos relatos poseedores de una fórmula mágica para conmover, hacer reír, llorar, pensar,…SOÑAR.
Mi pequeña parcela necesitaba un nombre, un nombre capaz de reflejar la historia del cine sin que el paso del tiempo hiciese mella en él…y, ¿qué podía ser más emblemático que el guante de Gilda?, ¿quién no recuerda el peculiar strip-tease de Rita Hayworth despojándose de esta prenda?
El título que andaba buscando, símbolo de una película que ha superado la barrera del tiempo; complemento de una mujer fatal que no ha pasado de moda.
Gilda decía al personaje de Glenn Ford: “Si fuera un rancho, me llamarían Tierra de nadie”… Bienvenidos a este blog.
ANA MORENO